La Nueva Canción Chilena, corriente artística surgida en los años sesenta y caracterizada por un
replanteamiento del cantar popular acorde a la
evolución de la sociedad, se convirtió en una significativa plataforma de apoyo cultural para la campaña presidencial de Salvador Allende en 1970. Más adelante contribuyó activamente en la promoción de las actividades del gobierno de la Unidad Popular generando una producción de temas orientados a crear conciencia política entre los sectores populares, a replantear la historia del movimiento popular y a destacar las responsabilidades planteadas por la vía chilena al socialismo. Simultáneamente, y al tenor de la oposición que los sectores de derecha iniciaron aún antes de que Allende fuese investido como Presidente de la República, los artistas vinculados a la Nueva Canción Chilena desarrollaron una línea de creación caracterizada por la crítica y sátira política y de comentario de la contingencia, en la que defendieron la gestión del gobierno popular.
Basada en la recuperación de la música folclórica, sus cultores agregaron factores propios de la música continental, incorporando instrumentos y ritmos de toda el área hispanoamericana. Sin embargo, sus principales antecedentes lo constituyeron importantes folcloristas, compositores e investigadores nacionales, entre los que destacaron: Violeta Parra, Margot Loyola, Gabriela Pizarro y Héctor Pavez.